¿Es mejor enseñar o no los dientes?

Cuando sonreímos, con independencia de cuál sea nuestra cultura o lugar de nacimiento, todos nosotros retiramos los labios para dejar al descubierto nuestros dientes. Entre los animales, mostrar la dentadura es signo de amenaza. Sin embargo, entre los seres humanos también puede ser una muestra de sociabilidad.
¿A qué se debe este gesto universal ambivalente, que en función del contexto puede ser amenazante o conciliador? ¿Por qué la dentadura resulta tan crucial para comunicarnos con nuestros semejantes?

La explicación evolutiva de las muecas

Todas nuestras muecas y gestos han sido moldeados durante millones de años para interactuar con nuestro entorno. Aunque el contexto sociocultural en el que se fraguaron estas pautas gestuales haya cambiado, todavía se conservan las mismas, como se conservan nuestros instintos: por ejemplo, el instinto de comer grasas y azúcares para sobrevivir en un contexto de carestía calórica hoy en día, en el que abundan los alimentos, está produciendo una epidemia de obesidad.

La psicología evolutiva es la disciplina científica que se encarga de estudiar estos programas que vienen de serie en nuestro cerebro, y que seguimos cumpliendo como si aún viviéramos en la prehistoria. Uno de esos programas, como se ha señalado, tienen que ver con el abanico gestual de nuestro cuerpo.

Por ejemplo, si todo el mundo arruga los ojos, frunce el ceño y aprieta las aletas de la nariz frente a un olor nauseabundo se debe a que, instintivamente, esta era la mejor forma de evitar que los organismos patógenos procedentes de un mal olor (como la carne en descomposición) se colaran fácilmente por los orificios nasales o las mucosas de nuestro rostro.

Las muecas están tan codificadas en nuestro cerebro que incluso se manifiestan cuando estamos en el útero materno y aún no hemos tenido oportunidad de ejecutarlas imitando a los demás. Es lo que hizo un grupo de investigadores de las universidades de Durham y Lancaster mediante el uso de escáneres de ultrasonido, publicando sus resultados en la prestigiosa revista PLoS ONE. El feto reveló un repertorio de expresiones faciales como la risa y el llanto. Algunas expresiones, incluso, sirven para averiguar el estado de salud del bebé, pues se vuelven más complejas entre las semanas 24 y 36. También se bosteza entre las semanas 12 y 14 de gestación.

Las sonrisas universales

Sobre los dientes que enseñamos al sonreír, algunos psicólogos evolutivos parecen estar de acuerdo en que es una forma de mostrar afabilidad recordando que se podría estar mostrando agresividad. Un comportamiento similar al que algunos perros ponen de manifiesto con sus amos cuando muerden su mano sin apretar: podría hacerte daño, pero no te lo hago.

Además de que la sonrisa aflora de forma espontánea y genuina, existen muchas formas de sonreír y algunas de ellas resultan muy difíciles de simular. La que probablemente resulta más difícil de fingir es la llamada sonrisa de Duchenne, denominada así en honor al médico investigador francés Guillaume Duchenne. Es un tipo de sonrisa que involucra la contracción de los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan la comisura de los labios, y el músculo orbicular cerca de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos.

Paul Ekman, un psicólogo que ha sido un pionero en el estudio de las emociones y sus relaciones con la expresión facial, se dedicó en la década de 1980 a aprender a controlar voluntariamente, delante de un espejo, cada uno de los casi 200 músculos de la cara. Ekman identificó 18 tipos diferentes de sonrisa basados en distintas combinaciones de los 15 músculos faciales implicados. Daniel Goleman describe alguna de ellas en su libro Inteligencia social.

Entre ellas cabe señalar, por nombrar sólo unas pocas, la sonrisa postiza que parece pegada a un rostro infeliz y transmite una actitud del tipo sonríe y apechuga que parece el reflejo mismo de la resignación; la sonrisa cruel que exhibe la persona malvada que disfruta haciendo daño a los demás y la sonrisa distante característica de Charlie Chaplin, que moviliza un músculo que la mayoría de la gente no puede mover voluntariamente y parece, como dice Ekman, reírse de la risa.

Sean o no fingidas nuestras sonrisas, lo cierto es que serán más agradables si están acompañadas de una dentadura blanca con las piezas alineadas. Para ello debemos seguir los consejos de higiene bucal, así como el tratamiento determinado por tu odontólogo.