los maestros en la técnica de cepillado infantil

La etapa comprendida entre los 2 y los 12 años es una etapa muy extensa en la que ocurren cambios muy importantes, como el recambio dental, un gran desarrollo neuromuscular, intelectual etc.

Los padres tienen una misión fundamental en el cuidado de la salud bucal de sus hijos, el niño presenta una capacidad de compresión suficiente para entender la información y desarrollar una mayor destreza en los tratamientos de odontopediatria preventivos.

Higiene dental

Durante este período de la vida del niño se invierte progresivamente el grado de responsabilidad de los padres y el niño sobre la higiene dental de éste.

Entre los 6 y los 9 años los padres tienen todavía una función importante en el control de la aplicación del programa de eliminación de la placa dental por el niño y además en la mejoría progresiva de su técnica. A partir de esa edad, el niño deberá ir adquiriendo una responsabilidad cada vez mayor sobre su higiene.

Para la eliminación de la placa dental es fundamental que exista un hábito arraigado de cepillado correcto. Esta debe ser la primera prioridad educativa si no se ha conseguido con anterioridad.

Hay que adiestrar al niño y sus padres en una técnica de cepillado que elimine la placa dental. Puede ser de ayuda teñir la placa con un revelador para poder visualizar y entrenarse en su eliminación.

El niño tiene ya una edad suficiente para poder:

Decidir espontáneamente que tiene que cepillarse los dientes. Acostumbrarse a realizar el cepillado en una secuencia constante que le permita no olvidarse de ningún diente o superficie. Ocuparse del mantenimiento de su cepillo y otros útiles de limpieza. Aprender progresivamente el uso de la seda dental.

Queremos insistir, sin embargo, en que la labor de los padres a esta edad es todavía fundamental y que debe ser asumida por ellos mismos y por el niño, ya que éste con frecuencia rechaza esta ayuda y busca una mayor independencia.

Con frecuencia al hablar de dieta con alto contenido en azúcar se establece una incomunicación entre el profesional y su paciente. Esto se debe a la falta de información de éste sobre el contenido de azúcar de los alimentos que constituyen la dieta y la importancia de su consistencia, textura, etc. Es necesario, en la práctica, distinguir dos tipos de elementos de la dieta:

Alimentos que constituyen la dieta habitual. Son aquellos que aportan los nutrientes necesarios para el desarrollo del niño y que por tanto, desde el punto de vista nutricional son beneficiosos, independientemente de que sean cariogénicos o no. En este grupo se pueden incluir ejemplos como los cereales del desayuno, mermeladas, miel, yogures azucarados, salsa de tomate envasada etc. Se debe tener mucho cuidado al restringir estos alimentos y valorar su ingestión en el concepto amplio de la nutrición del niño. Sin embargo, hay que advertir a los padres sobre el potencial cariogénico de algunos alimentos y la necesidad de cepillarse los dientes inmediatamente después de su consumo.

Alimentos gratificantes. Nos referimos a los que tienen un contenido alto en azúcar pero que no son beneficiosos en la dieta. Este grupo, formado por caramelos, chocolates, bebidas gaseosas, tartas etc. Suele ser el que el paciente reconoce como dañino para sus dientes. Lograr grandes cambios en la ingestión de este grupo de alimentos suele ser difícil ya que socialmente existe una tendencia a potenciar su consumo.

Finalmente cabe recalcar que el ejemplo brindado por los padres influirá de por vida (no solo con respecto a la higiene bucal) en las conductas y hábitos que los niños practicarán en el futuro, así que de forma decidida te invitamos a ser un «Maestro» ejemplar , si no sabes como, ¡Acércate!
En la Unidad del Angel nos apasiona ayudarte.

«Recuerda papá, que es mejor enseñar una buenos hábitos de higiene bucal que pagar una factura costosa» 😉