Lavarse los dientes es una acción que repetimos tras cada comida como parte esencial de nuestro aseo personal. Esta costumbre retira los restos de alimentos, nos deja el aliento fresco y, si la pasta contiene flúor, reduce la aparición de caries, protege el esmalte dental al hacerlo más duro y resistente a las bacterias.
El esmalte está compuesto por hidroxiapatita, que es un mineral muy duro. Sin embargo es soluble a los deshechos producidos por las bacterias; que se alimentan de los restos de comida en los dientes, principalmente azúcares. Éstos deshechos crean un ambiente ácido que desmineraliza y produce caries en las piezas dentales.
El flúor de la pasta de dientes sirve para remineralizar el esmalte, formando fluoroapatita y cerrando los huecos abiertos por las bacterias. Si tu pasta incluye este ingrediente lo puedes encontrar como fluoruro sódico, fluoruro estannoso o fluorofosfato sódico.
Los dientes que han recibido flúor son más redondeados con surcos más suaves que favorecen la eliminación correcta de la película bacteriana. Además, el flúor frena la actividad de las bacterias e incluso mata algunos tipos sensibles al compuesto.
Esta propiedad beneficiosa del flúor se descubrió a principios del siglo XX. El dentista estadounidense Frederick McKay observó que muchos de sus pacientes que residían y se habían criado en Colorado Springs, presentaban unas manchas marrones en los dientes.
Hasta la llegada de este especialista nadie se había molestado en averiguar las causas del desorden dental. Los lugareños lo achacaban a factores de lo más dispares, como la ingestión de demasiado cerdo, leche de mala calidad o agua con muchos minerales.
Tras un largo trabajo de investigación, McKay averiguó que las manchas se debían a la alta concentración de flúor de las aguas que bebían los residentes. A la vez, observó que la incidencia de caries era bajísima.
Tras este hallazgo, como es la dosis la que hace el veneno, se iniciaron investigaciones para averiguar la cantidad adecuada de flúor que debían tener las aguas para aprovechar sus beneficios sin sufrir los perjuicios. Hoy en día el límite máximo recomendado de ingesta de fluoruros es de 2 miligramos al día, entre el agua, la dieta y la pasta dentífrica.
Las pastas de dientes para adultos contienen 1.000 partes por millón de flúor. El resto de los componentes de la pasta de dientes son abrasivos (sílice hidratada), blanqueadores (dióxido de titanio), componentes para dar al producto la consistencia de una pasta, saborizantes y aromas para hacer la pasta agradable al consumidor.
Las caries empiezan a formarse a los 20 minutos de la ingesta de los alimentos. Al principio el ácido solo estropea el esmalte, pero si no se elimina las bacterias continúan su trabajo destructor en la pieza dental, llegan a la dentina y hacen un orificio por el que acceden a la pulpa, tocan el nervio y provocan un intenso dolor.
Hay dos tipos de caries. Las que se producen en el surco de las muelas y las que se producen entre los dientes. Con el hilo dental y un buen cepillado es posible prevenir estas últimas, pero las que atacan el surco de las muelas son muy difíciles de prevenir, por no decir imposible.
Las últimas investigaciones tienen puestas las esperanzas en un compuesto llamado xilitol para prevenir este tipo de caries. El xilitol es un edulcorante que las bacterias no pueden fermentar. Así, una vez más la higiene es la aliada de la humanidad para evitar una de las enfermedades más comunes del planeta: La caries dental.
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