El cáncer es una enfermedad maligna que se presenta cada vez con mayor frecuencia entre la población. Anualmente se reportan 200,000 casos nuevos en el mundo. Según reportes de la Secretaría de Salud, en 1996 murieron de cáncer 47 mil mexicanos.
El cáncer oral (por ejemplo: de lengua, de piso de boca, del labio, del paladar, de la encía, de la mucosa alveolar, mucosa bucal o faringe) es una enfermedad de la cual existen pocos registros epidemiológicos en el país, a pesar de ser una enfermedad mortal. El aumento en la esperanza de vida y por lo tanto el mayor contacto con agentes carcinógenos, ha ocasionado el incremento en la incidencia del cáncer bucal, sobre todo en los países industrializados.
Si bien, no se tienen registros exactos respecto a la frecuencia del cáncer bucal, se sabe que ocupa el sexto lugar en el ámbito mundial entre todos los tipos de cáncer.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo de cáncer oral son el tabaco, el alcohol y la poli-morfología genética que está determinando el metabolismo para la predisposición de los pacientes al cáncer oral.
El desarrollo del cáncer también se encuentra asociado con la edad avanzada, así como al sexo. Se presenta una alta prevalencia de estas lesiones en el sexo masculino. La desnutrición también se asocia debido a la deficiencia vitamínica e inmunológica.
Las lesiones por cáncer pueden afectar cualquier sitio de la cavidad bucal, sin embargo, se presentan con mayor frecuencia en la lengua, especialmente en los bordes laterales; aproximadamente 2/3 se originan en la cavidad oral y el resto en la faringe.
Por esto es importante conocer alternativas concretas de prevención y detección oportuna que permitan reconocer y contener el avance del cáncer sobre la salud. Así como es trabajo de los profesionales de la salud generar registros de este tipo de cáncer para facilitar la vigilancia del problema, para poder evaluar el impacto tanto de la enfermedad como de los programas de prevención y control.
De este modo surge la necesidad de detectar el mal lo antes posible, pues en la práctica cotidiana los dentistas, protesistas, odontopediatras, ortodoncistas o endodoncistas –que no son patólogos– encuentran lesiones que pueden transformarse o enmascarar un cáncer, pero no las reconocen.
Por lo anterior, el enfermo recibe atención hasta que la lesión ya evolucionó. La mayoría de los pacientes que llegan al Instituto Nacional de Cancerología (INCan) lo hacen en etapa avanzada y después de haber pasado por cinco o siete consultorios médicos y odontológicos, sin que se les haya hecho un diagnóstico adecuado.
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«Prevenir es salvar vidas »
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