El bruxismo (o rechinar de dientes) es un hábito nocivo no consciente, en el cual la persona que lo padece aprieta los dientes con distintos grados de intensidad y lapsos generando así un deterioro en las piezas dentarias de manera progresiva. Este problema es cada vez más frecuente entre los individuos que viven en las grandes ciudades, ya que es generada por el estrés que esto representa.
Existen dos clasificaciones de bruxismo: el céntrico, que es el que se presenta en el día, con movimientos de derecha a izquierda y con desgaste de las piezas dentarias; y el excéntrico, que es una presión de los dientes ya sea hacia adentro o hacia afuera y sucede normalmente en la noche.
Los síntomas más comunes del bruxismo son la contractura muscular, disfunción en la articulación que provoca ruidos (chasquidos) y puede ser de un solo lado o de los dos, dolor en el cuello, en los oídos y en los hombros que se irradia hacia el músculo trapecio, sensibilidad en los dientes por el desgaste del esmalte y en ocasiones retracción de la encía por el trauma oclusal y pérdida notable del hueso de sostén de los dientes.
Básicamente, el tratamiento de este trastorno se centra en un cambio de manejo de los problemas que aquejan al paciente y mediante un aparato denominado férula oclusal, el cual es un aditamento transparente de silicona o acetato que se hace a partir de modelos previos tomados de la dentadura del paciente, este implemento protege los dientes a fin de que no estén sometidos al rechinamiento y puede ser usado durante el día o la noche.
Hay pacientes que llegan a sufrir un desgaste dentario que les disminuye la apertura bucal acortándose la longitud entre el maxilar superior y el inferior, en cuyos casos van adquiriendo rasgos de gente de edad avanzada y casi no se les notan los dientes.
Comentarios recientes